“Oh Jesús, el más hermoso de los hijos de los hombres, admiro Tus divinos rasgos y Tu fulgor resplandeciente en Tu Gloriosa Transfiguración en el Tabor. Pero aquí, Salvador mío, en este Altar, en este Sagrario, ¡cómo me gusta verte en tu Transfiguración de Amor! Te adoro, oh Buen Jesús, en esta nube de Especies sacramentales con que has envuelto Tu Majestad y Tu Gloria; Escucho tu Voz, oh Padre Celestial, resonar en este Santuario: Está allí, mi amado Hijo, en quien he puesto toda mi complacencia: escúchalo. Sí, te escucharé, mi Divino Maestro; aquí estoy a tus pies, habla, tu siervo escucha. Haz que se oiga en mí Tu divina Voz, transfigura mi alma en Ti, purificándola de todas sus manchas, imprimiéndola con Tu santa semejanza, y cada vez que tenga la dicha de unirme a Ti en Tu Sacramento, perfecciona en mí esta santísima imagen, ya que un cristiano debe ser otro Jesucristo: Christianus, alter Christus. Virgen Santísima, está escrito de los tres Apóstoles privilegiados que presenciaron la Transfiguración de Tu divino Hijo, que alzando los ojos, vieron sólo a Jesús Solo: Hominem viderunt nisi Jesum solum. ¡Tal ha sido toda tu vida, oh primera Amante de mi Salvador, divina María! Siempre Jesús, y sólo Jesús fue el objeto de todos Tus pensamientos, de todos Tus afectos, y en todas partes Tus ojos vieron sólo a Jesús. También te oigo decirme con el Padre Celestial: Este es mi Hijo amado, en quien he puesto toda mi complacencia. Oh Madre de mi Dios, alcánzame un tierno cariño por este dulce Salvador que Tú has dado al mundo, y la Gracia de contemplarlo eternamente contigo en Su Gloria”. Amén

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