“¡Ah! ¡Jesús, Fuente de vida, de tu misma Fuente hazme beber el cáliz de agua viva para que, habiéndote gustado eternamente, ya no tenga más sed que la de Ti! Sumérgeme enteramente en lo más profundo de tu Misericordia. Bautízame y hazme sin mancha en Tu preciosa Muerte. Renuévame en tu Sangre, por la cual me has redimido. En el agua de Tu santísimo Costado, lava todas las manchas con las que haya podido ensuciar la inocencia bautismal. Lléname de tu Espíritu y poseéme enteramente, en pureza de cuerpo y alma. Dulcísimo Jesús mío, conserva en el Santuario íntimo de tu muy buen Corazón, la pureza de mi inocencia bautismal y la carta de mi fe, para que bajo tu fiel custodia, pueda presentártelas intactas en la hora de mi muerte. Con Gracia, imprime en mi corazón el sello de tu Corazón, para que pueda vivir según Ti y, después de este exilio, con alegría llegar a Ti sin obstáculos. Amén

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