“Tú diste tu vida, como pan puesto sobre la mesa, partido en pedazos y distribuido Para que todos, extendiendo la mano y el corazón, puedan recibirla y nutrirse de ella. Diste tu vida, como vino vertido en la copa y ofrecido Para que todos, estirando los labios y el corazón, puedan tomarlo y alegrarse en él. Tú lo has entregado todo, Señor Jesús, Y en tu vida dada como pan, como vino, ¡El mundo entero puede saborear el amor de Dios multiplicado sin contar a todos los hijos de la tierra! ¡Aquí estamos Señor, extendiendo nuestras manos y nuestro corazón hacia ti! » Amén

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