Señor, Dios mío, desde el día de mi bautismo he caminado contigo. Tú eres el amigo de mis días de sol y de mis noches de niebla, eres Tú a quien he elegido, ¡ayúdame a amarte y a permanecer fiel a Ti! Tú, nunca me abandones, Tú eres la luz que me ilumina, incluso en el corazón de las tinieblas. Eres el manantial refrescante que fluye a través de mí y me da vida. Tu amor por mí es tan grande que ni siquiera la muerte Te detiene. ¡Tú eres el camino, Tú eres la nueva vida! Dame, Señor, en mi camino cuaresmal, atreverme a vivir Tu palabra, la que da vida, la que abre el horizonte, la que aleja las tinieblas, la que pone al hombre en pie. Dame, Señor, en mi camino cuaresmal, atreverme a compartir tu palabra, con humildad y verdad. Amén

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